La Raiz de la Fe | ¿De donde viene la palabra Amén? | La Emuná Hebrea
Emuna; la fe hebrea

Me creerías si te digo que la misma palabra utilizada en las Escrituras para «fe» está relacionada con conceptos como la firmeza, un soporte, la verdad y hasta un padre adoptivo?

Lo primero que debemos comprender es que el sustantivo emuná proviene de un verbo. Este verbo es amán (אָמַן). Amán significa creer, pero tiene también varias implicaciones físicas, o prácticas, como veremos a continuación. No confundir esta palabra con el nombre del villano de Purim, Hamán (o Amán) que es una palabra de origen persa escrita con ה en hebreo.

Sin embargo, la famosísima palabra utilizada en todas las lenguas para concluir o «sellar» una oración, la palabra hebrea amén, sí está relacionada con este concepto, y al final de este artículo tendrás una idea mucho más concreta de todo lo que significa.

La palabra Emunáh como tal, en forma de sustantivo, esta palabra que en el hebreo moderno se traduce como «fe», aparece 49 veces en el Tanaj. La primera vez es en la siguiente instancia:

Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza (Emuná) hasta que se puso el sol.

Éxodo 17:12

La emuná, nuestra fe, es en donde nos apoyamos, por eso esta palabra tiene la definición de ser un soporte. Una cosa que sostiene a otra. Una persona fiel (que tiene fe) en hebreo es ne’emán; lo cual puede ser entendido como una persona que tiene una base de apoyo firme, y al mismo tiempo alguien en el cual podemos apoyarnos.

La segunda vez que aparece es en Deuteronomio 32:4, en el cántico de Moisés, en donde la palabra Emuná es traducida como «verdad», en el término El Emuná, Dios de verdad.

No confundir este término con la palabra Emet, que también es traducido como verdad en el español, y de hecho está relacionado con la misma raíz, Amán – אמן. En el Salmo 31:5 por ejemplo, aparece el término «Dios de verdad» pero aquí es El Emet en el hebreo (אֵל אֱמֶת). Se podría decir en este contexto, que Emuná y Emet son utilizados como sinónimos. Dos palabras que significan lo mismo, a pesar de que el español cuente con sólo una, por lo cual no nos daríamos cuenta de esa sutileza de no ser por el texto hebreo. Pero el significado de Emuná puede expandirse muchísimo más cuando vemos los usos y aplicaciones de la raíz amán a lo largo de las Escrituras.

Y creyó a Yehováh, y le fue contado por justicia. 

Génesis 15:6

El verbo creyó aqui en forma causativa (הֶאֱמִן) viene del verbo amán (אָמַן). Y en el contexto de la historia de Avraham, vemos como él era un hombre de acción y recibe esta visitación del Todopoderoso ya habiendo dejado su tierra natal. Su emuná lo llevó a tomar acción.

La figura más sorprendente

Una de las figuras más impresionantes que esta palabra nos puede enseñar, y tal vez la misma esencia de la cual proviene el resto de las acepciones, está en la relación con un padre adomptivo. Las palabras omén (para hombre) u omenet (para mujer), provienen claramente de la misma raíz de la palabra Emuná, Amán, y son utilizadas a lo largo del Tanaj para referirse a padres adoptivos. Considera los siguientes ejemplos

Y tomando Noemí el hijo, lo puso en su regazo, y fue su aya (omenet).

Rut 4:16

Y (Mordejai) había criado (omén) a Hadasa…

Ester 2:7

O en el siguiente caso, incluso Moisés utiliza esta palabra, cuando se queja ante Dios en el desierto por los hijos de Israel:

¿Concebí yo a todo este pueblo? ¿Lo engendré yo, para que me digas: Llévalo en tu seno, como lleva el que cría (omén) al que mama, a la tierra de la cual juraste a sus padres?

Números 11:12

En todos estos casos, aquel que cría lleva esa raíz de la palabra Emuná. El que cría a un chico es un soporte para el mismo, alguien en quien el niño puede apoyarse, alguien en quien puede «confiar». E incluso en un sentido mucho más profundo que simplemente confiar. Mas bien el saber que el sustento llegará. Tener la certeza.

Incluso la palabra hebrea para madre; em (אֵם), comienza con las mismas dos letras que la raíz en cuestión. Una madre es la que sostiene y sustenta al bebé. Esta palabra está dentro de la palabra emuná y el verbo amán.

Como si todos estos ejemplos explícitos e ilustrativos no fueran suficiente, les voy a ofrecer estos últimos 2 conceptos para poder completar esta imagen y apreciar la riqueza de esta maravillosa lengua, ademas de comprender que gran ventaja es el aprenderla, para poder hacer todas estas conexiones por nosotros mismos.

En 2 Reyes 18:16 se nos dice que Ezequías quitó el oro de las puertas del templo de Jehová y de los quiciales que el mismo rey Ezequías había cubierto de oro, y lo dio al rey de Asiria. Esta palabra tan rara para mi, que no poseo el conocimiento de carpintería o arquitectura, se refiere a la madera que sostiene una puerta o ventana. En el contexto bíblico se refiere a los postes que se afirmaban al suelo para instalar una puerta. De hecho en algunas versiones en español , que no particularmente recomiendo, aparece traducido bien en este caso, como «postes de las puertas». El hebreo en este versículo para «postes» es omnot (אֹמְנוֹת), como ya se habrán dado cuenta, la misma raíz. Refiriéndose nuevamente a «algo que da soporte o apoyo».

Alineándose con todos estos conceptos que mencionamos hasta ahora, la misma raíz es utilizada cuando se es referido en las Escrituras a algo que está bien establecido, ya sea una persona, un pacto o el mismo Todopoderoso. Este concepto siendo intercambiado a veces con las palabras permanecer o ser afirmado, como en los siguientes casos:

Permanezca (יֵֽאָמֵן), pues, y sea engrandecido tu Nombre …

1 Crónicas 17:24

 Y será afirmada (נֶאְמַ֨ן) tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente.

2 Samuel 7:16

Todos estos conceptos, tan diferentes pero a la vez lógicamente relacionados, convergen en la raíz de la palabra emuná. La fe requiere de sustento, y requiere también de acción. Una persona fiel es una persona firme. 

Por último, les dejo este último pensamiento para meditar: tal vez ahora cobre muchísimo más sentido cuando al terminar una oración, digan la palabra… Amén.

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